Lo primero, antes de meternos en
profundidad expondré la definición del Modelo Social Europeo. Por lo que este
modelo se trata de un proyecto en construcción, articulado en torno a la solidaridad
colectiva, la equidad social y la eficiencia productiva que promueve un modelo
de ciudadanía social.
La invención del Modelo Social Europeo
se atribuye habitualmente al antiguo presidente de la Comisión Europea Jacques
Delors, quien era partidario de una visión social demócrata de una Europa
unificada en un mundo globalizado. La idea básica era que el progreso económico
y el progreso social debían ser considerados como objetivos de igual
importancia, y que una unión económicamente exitosa debería tener una agenda
explícita de política social y altos estándares sociales y laborales a escala
europea.
¿Está el modelo europeo en quiebra? Mi
respuesta es que sí, debido a que el modelo sufre una reorientación muy
importante a partir de la ampliación al Este de la UE y la consolidación de la
Europa de los 27, el frenazo a la integración política en la Carta de Niza y la
posterior manifestación evidente de la renuncia a mantener en el espacio internacional
una posición propia.
Empieza en 2006 con el “Libro verde para
la modernización del Derecho del trabajo Europeo” que procede a definir nuevos
parámetros dentro de los cuales deben moverse a un derecho laboral armonizado
sobre la base de la flexiseguridad, que será asumida como una línea de cambio
en 2007. A ello se le une una paralización práctica de las medidas de política
social y una renuncia a avanzar a la armonización de derechos sociales en los
países miembros de la UE.
Se llevó a cabo un gran cambio en 2010,
a continuación de las turbulencias financieras que originaron el endeudamiento
de los Estados y elevó a alturas inalcanzables el coste de la financiación de
la deuda adquirida en el saneamiento del sistema financiero que se derrumbaba a
finales del año 2008.
Los embates en la zona euro y el juego
de un capitalismo de casino con la deuda de los países periféricos de la UE han
provocado una crisis nacional. De esta manera, se presentan como consecuencia
inevitable de la crisis financiera y de endeudamiento.
A finales del 2010, se le une una
tendencia hasta el momento no demasiado evidente salvo en circunstancias que se
tenían por excepcionales, de los medios de comunicación, que se obstinan en
mantener una opacidad muy extensa sobre las condiciones de existencia social de
las poblaciones afectadas por la crisis económica y por las medias arbitradas
para salir de la misma que regulan la degradación de las situaciones jurídicas
y políticas de la ciudadanía social.
Como contrapeso a esta crisis de
izquierda política, se ha producido un desplazamiento de la defensa actual del
modelo social europeo y de la autonomía relativa de la dimensión social europea
respecto al crecimiento económico en la región.
Actualmente, aunque muchos políticos dan
opiniones acerca de lo que ellos creen que se debería de hacer para que el
modelo europeo salga de esta quiebra, realmente no se han dado las soluciones
necesarias para que ocurra, por lo que no se puede delimitar el tiempo en el
que nos encontremos en esta crisis.